¡Buenos días! Hoy toca bucear en la bodega submarina. Te vamos a contar cómo es un día de buceo en nuestra Bodega Submarina.
La tarea de hoy es revisar las sujeciones de las jaulas al fondo, ya que se avecina mala mar y queremos que todo esté perfecto.
Hasta la bodega hay un buen trecho de coche, así que no queda más remedio que madrugar. En lo que me termino la otra mitad del café, que no me he tirado por encima, me marcho para allí.
Hay que aprovechar los intervalos alrededor de la pleamar para entrar y salir por la barra de la ría de Tina Mayor, ya que si no, la ría se queda sin agua y no se puede navegar. No sería la primera vez que nos comemos el bocadillo varados en mitad de la ría.
Esto, para los que no estáis familiarizados con el mar, viene a ser como cuando quedas un domingo con tus amigos para comer y de tanto dar vueltas diciendo –en este no, que el pescado es malo; en este otro tampoco, que queman la carne; en este los postres son muy malos…-, acabas comiendo en una hamburguesería a punto de cerrar.
Vamos, que la primera vez que se me dijo –ese anclaje déjalo, que ya está bien-, debí hacer caso y salir del agua…
Después de un ameno viaje escuchando las noticias en la radio y que una llamada a mis padres me confirmara que no era el fin del mundo, que todos los días las noticias son así…, por fin llego, tarde como siempre, al puerto de Bustio.
Navegando hasta la Bodega Submarina
Allí, Toño y Carla ya lo tienen todo listo, así que solo tenemos que dar la vuelta a por cosas que se nos olvidaron como unas tres veces. Hoy el día promete, va como la seda…
Una vez en el barco todo es más fácil, este es nuestro terreno, nos movemos como pez en el agua…
No obstante, para asegurarnos que bajamos en nuestra bodega submarina y no en otra parte, tenemos que lanzar, en el momento y lugar exactos, un lastre con un cabo y una boya que luego utilizaremos como guía para descender.
Para eso contamos con la pericia de Toño, que siempre nos avisa en el momento y lugar adecuados, y que también siempre nos advierte de que dejemos bien colocadito el cabo para que no se enrede al lanzar el lastre… –Juro y perjuro que lo había dejado perfectamente colocado, y que yo no lo descoloqué con el pie cuando casi me pego un trompazo intentando enfundarme el traje de buceo en marcha…-.
Yo no sé quiénes eran los modelos que usaron para las tallas de los trajes de buceo, pero jamás en mi vida vi a un solo buceador que no parezca que está cazando un cocodrilo mientras se pone el traje.
Equipando al buceador y a su ‘stand-by’
Una vez lanzado, por segunda vez, el lastre con el cabo que nos sirve de guía, toca equiparse. Esta es la parte que más mola, es como la escena de la película ‘Pretty Woman’ en la que, al son de la canción de Roy Orbison, un ejército de chicas a las órdenes del rico (rico de dinero, claro) Richard Gere, avasallan a la preciosa Julia Roberts con un montón de prendas de lujo haciéndole la pelota.
Con la pequeña diferencia que aquí la pelota eres tú, y estás a merced de una banda de ñus que, con manos destempladas, te enfundan un chaleco de plomos que pesa al menos 12 Kg y te colocan un casco de buceo que pesa otro tanto. Encima, para comprobar que todo funciona correctamente te cortan el aire y, si no te ahogas, te lanzan al agua sonriéndote con un pulgar hacia arriba. A mí a la cabeza me viene más ‘Highway to Hell’ que ‘Pretty Woman’ como banda sonora…
[Podéis echar un vistazo a los materiales de buceo que usamos en la página web de nuestra empresa de buceo profesional MARE COMMERCIAL DIVING.]
Buceando en la Bodega Submarina
Una vez en el agua y comprobado el aire de seguridad, las comunicaciones, el vídeo, y demás partes del equipo, ya podemos bucear. Ah! Vale, sí… falta el ‘satan-boy’. No, perdón, el ‘stand-by’. Es que cuando te toca a ti ese puesto…
Ahora sí, ahora ya me dicen que el desafortunado que va a estar equipado con lo mismo que yo, pero sentado deshidratándose en un taburete bajo un sol de justicia o congelado bajo una lluvia torrencial y un frío que pela, ya está listo y entonces ya puedo bajar.
Cuando llegas abajo avisas a la persona que está arriba encargada de las comunicaciones, de que llegaste al fondo y le confirmas la profundidad, para que arriba tranquilamente calculen el grado de borrachera que te vas a pillar y hasta qué hora te dejan estar.
Viene a ser la conversación que tenías con tus padres cuando eras adolescente los viernes por la noche antes de salir.
Es curioso, este puesto es de vital importancia y lo lógico sería que lo ocuparan las personas más responsables del equipo, los más organizados, personas capaces de hacer y pensar en varias cosas a la vez… ¿Y a ninguna empresa se le ocurre poner a una mujer? Pues a nosotros sí.
Una vez revisados todos los amarres y finalizado el buceo, toca salir. Menos mal, porque la vejiga está igual de desesperada que el pobre incauto que está haciendo de ‘satan-boy’, perdón, ‘stand-by’. Ahora toca subir despacito y, encima, hacer una parada de seguridad, no sé si esta vez me libro del pipí… En la parada toca la broma de aguantar el aire para ver si Carla está atenta. Su grito a las comunicaciones confirma que, una vez más, no se le escapa ni una…
Una vez arriba, el que sonríe es el pobre incauto del ‘stand-by’ mientras observa a los Ñus cruzando el Serengueti a saltos para desequiparme, es decir, quitarme todo el equipo con el mismo amor con el que me lo pusieron…
Ya sólo queda disfrutar del viaje de vuelta, del maravilloso paisaje y de comer el bocadillo otra vez varados en medio de la ría. Además, esta vez nos acordamos de traer un buen queso y, por supuesto, el mejor vino submarino…
Así se desarrolla un día de buceo para nosotros, un día de trabajo en nuestra Bodega Submarina.